Cómo ser un buen ponente o el arte de no aburrir a tu público

¿Cómo ser un buen ponente?

El recurso de la exposición es básico en la comunicación pero convertirse en un buen ponente que consigue su objetivo de transmitir el mensaje requiere de esfuerzo.

¿Cuántas veces hemos tenido miedo a que nuestra ponencia sea aburrida? ¿Cuántas veces no hemos sabido la manera de comunicar correctamente nuestro mensaje?

Todos somos conscientes de que la forma y el contenido del mensaje son muy importantes, pero sin una buena comunicación y la actitud adecuada podemos llegar a estropearlo. Por ello, queremos ayudarte a ser un buen ponente.

Melissa Marshall expone en su charla de TED Talk bajo el nombre ‘Talk nerdy to me’ algunas de las claves que pueden ayudarnos a captar la atención de nuestro público y, lo más importante, a que comprenda nuestro mensaje. Por ello, para crear interés en nuestro receptor debemos recurrir a diferentes factores.

Claves para ser un buen ponente

  • Relevancia: Independientemente del tema que estemos tratando debemos establecer una relación entre el objeto del tema y nuestra vida diaria. Puede ser desde cómo nos influye a en qué situaciones lo aplicas. Esto aportará una visión más realista de la situación y puede ayudar a que parte del público se sienta identificado con lo que contamos.
  • Hacer las ideas accesibles: No todos los receptores van a tener el mismo conocimiento sobre el tema, de manera que se debe intentar crear un mensaje que pueda ser entendible por la mayoría, para así mantener la atención de la mayor parte del público.
  • Simplificar todo lo máximo posible: En relación con el punto anterior, se debe intentar simplificar aquello que puede llegar a ser difícil de entender, pero sin restarle importancia ni cambiar demasiado la forma del mensaje inicial.
  • Evitar las presentaciones aburridas: Por supuesto debemos tener en cuenta que cuanto más visual e interactiva sea la ponencia, mayor atención puede obtenerse por parte del público. Por ello se recomienda emplear frases cortas e imágenes.
  • Conocer la audiencia a la que nos dirigiremos. Esto es vital porque dependiendo del tipo de público que recibirá nuestro mensaje deberemos adecuar el estilo del mismo, aunque siempre respetando su contenido. Dicho de otro modo, hay muchas maneras de transmitirlo pero no tantas de lograr que ese mensaje sea asimilado por un público concreto.
  • Llevar una vestimenta con la que nos sintamos cómodos contagiará seguridad en nuestro mensaje y, a su vez, a los demás. Sin embargo, no podemos olvidar que también la ropa tiene que ser adecuada a la ocasión y al tipo de ponencia, respetando así el llamado dress code.
  • Conseguir que a través de la introducción los espectadores queden enganchados a escuchar. Empezar comentando algo que vaya más allá de la temática en la que nos sumergiremos, con un toque más personal, transmitirá que estamos implicados.
  • Marcar nuestro propio ritmo en el discurso, usando una entonación media y enfatizando en los momentos importantes. Para no aburrir, utilizar el humor o llevar puesta una sonrisa puede ayudarte a no ‘perder followers’ durante la ponencia, aunque siempre en su justa medida.
  • Remarcar en diapositivas sólo los conceptos destacados para que lleguen al público a simple vista. No es nada recomendable sobrecargar de información los slides o las diapositivas ni añadir datos que no vayan a ser mencionados. Con introducir las palabras base estaremos cumpliendo su objetivo.
  • Captar la atención en la fase final de la exposición. El desenlace es otro momento, al igual que el inicio, en el que prácticamente el 100% de la sala vuelve a incorporarse para escuchar al ponente. Se debe condensar el mensaje y dejar patente cuál era la intención de la presentación.
  • Dejar un espacio para una ronda de preguntas. Tenemos que estar preparados para responder a todo lo que se nos cuestione, así que es muy útil pensar qué dudas pueden surgir y elaborar un listado de posibles respuestas.
  • Agradecer a la audiencia su atención y su paciencia. Se trata de una norma básica de educación y además, podemos aprovechar para facilitar nuestros datos de contacto por si alguien estuviese interesado en recibir más información.

Otro consejo para ser un buen ponente es, a la hora de redactar el texto de la exposición, añadir elementos novedosos, información nueva para los receptores en relación con el contenido del mensaje. El uso de preguntas también ayuda a mantener la atención y sobre todo el interés al hacer al público partícipe del momento.

Por último, decir que conviene buscar la sencillez en nuestra presentación. Es decir, si queremos dar a conocer un nuevo servicio que ofrecemos en nuestra agencia y hacemos una presentación que incluya demasiados datos sobre la empresa estaremos sobrecargando de información a la audiencia. Con tal estrategia sólo conseguiremos despistar a los potenciales clientes de ese nuevo servicio o producto, a quienes pretendemos vender nuestra novedad y no nuestra historia.

Ante todo hay que tener en cuenta que no hay nada que más enganche al oyente que una persona que inspira con sus palabras y que realmente siente pasión por lo que hace y cuenta.

A través de esta ley de economía queremos destacar que lo verdaderamente primordial es que el mensaje llegue al público, y que es más fácil que así sea si nuestra comunicación cumple la medida de no abrumar a la audiencia.

Dicho coloquialmente, se trata simplemente de eliminar lo que llamaríamos ‘paja’ en la exposición. Una idea que, como nombramos antes, también debería ser empleada en las diapositivas.

Estos consejos no se aplican sólo a la explicación o a exposiciones relacionadas con ciencias o ingenierías; pueden ser aplicables a cualquier ámbito de tu vida diaria, desde una reunión en el trabajo, hasta una exposición en clase.

Concluyendo, no hay más truco para que una presentación salga bien que ensayar lo máximo posible. Es muy difícil que desde la primera ponencia uno mismo sienta que ha nacido para ello. Practicar y prepararse para llegar a ser un buen ponente conlleva mucho trabajo e inexorablemente numerosas ocasiones en las que no todo ha salido como esperábamos, así que ¡ánimo!

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