Incomunicados en la Era de la Comunicación

Incomunicados en la Era de la Comunicación

En plena Era de la Comunicación aún hay empresas que no consiguen hacer llegar su mensaje

Vivimos totalmente inmersos en la Era de la Comunicación. O eso dicen. Disponemos de todos los medios y mecanismos imaginables e inimaginables: existen smartphones, tablets, whatsapp, redes sociales, chats, foros, blogs… Incluso el correo tradicional, que si no desaparece por algo será. Y todo esto obviando los medios de comunicación masivos y unidireccionales como televisión, radio, prensa, que, de momento, se mantienen en una peculiar coexistencia simbiótica.

No faltan herramientas de comunicación, la mayoría al alcance de todos. Entonces, ¿cómo es posible que, en plena Era de la Comunicación, aún haya empresas que no consiguen hacer llegar su mensaje?

La respuesta, en mi opinión, está en el exceso de información. Debido a los grandes avances tecnológicos que experimentamos día a día, cualquiera puede lanzar un mensaje al que el resto del mundo puede acceder, pero claro, la avalancha de información provoca que el receptor se inmunice frente a unas comunicaciones que, en su mayoría, no le interesan. ¿Cuántos e-mails borramos sin leer? ¿Cuántas cartas tiramos sin abrir? Cerrar la puerta a la información puede provocar que, ciertamente, estemos renunciando a cosas potencialmente interesantes para nosotros, pero si no lo hacemos la avalancha nos cubrirá por completo.

La solución está en la especialización. No sirve de nada lanzar un mensaje al mundo si la mayoría no quiere escucharlo. Lo que hay que hacer es identificar y localizar al público objetivo de nuestro mensaje y enfocar nuestros esfuerzos a que sea éste el receptor de nuestro comunicado.

Llevar esto último a cabo de una manera efectiva requiere encomendar la tarea a profesionales. Para una empresa que quiera comunicar, que quiera transmitir mensajes de manera que su público sepa que está viva, el camino pasa por trabajar conjuntamente con un gabinete de prensa y relaciones públicas. Sólo de esta manera podrán estar seguros de que su mensaje llega a oídos interesados y de la manera correcta. Sólo así se establecerá una comunicación eficaz con el público, evitando esfuerzos inútiles, costes innecesarios y posibles malentendidos que puedan empañar su imagen. El gabinete será consciente en todo momento de que esa imagen de marca es algo muy difícil de conseguir y luchará por mantenerla, lustrarla y mejorarla.

Muchas veces las empresas no son conscientes de lo rentable – en muchos aspectos – que pueden ser la comunicación y las relaciones públicas. Estas actividades son minusvaloradas en multitud de ocasiones, dejando tan solo – y si hay suerte – el presupuesto sobrante para tales efectos y comunicando únicamente de tarde en tarde. Esta típica actitud no suele llevar a ninguna parte, pero hay que haber experimentado las bondades de la comunicación para ser consciente de las mismas. Por eso es raro encontrar una empresa que, habiendo trabajado con un gabinete de comunicación, haya retornado después a su situación original, perdiendo el contacto con su público.

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